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miércoles, 24 de julio de 2013

¿Cómo promueves el turismo en un lugar donde roban, violan, matan y secuestran? La respuesta es un baile con un pasito p’alante y otro p’atras.

Fuente:

El Nuevo Herald
AVALOS: Misión imposible 
 

Policías federales patrullan la ciudad mexicana de Acapulco en esta foto de octubre del 2010. Guerrero, el estado donde se encuentra Acapulco, fue el más violento de México en el 2012. PEDRO PARDO / AFP/GETTY IMAGES

JORGE RAMOS
La pregunta es fácil. ¿Cómo promueves el turismo en un lugar donde roban, violan, matan y secuestran? La respuesta es un baile con un pasito p’alante y otro p’atras.

Empecemos por lo básico. México es un país bendecido geográficamente. Es, sin duda, uno de los lugares más bellos del mundo y, por lo tanto, digno de visitarse y revisitarse. Pero, al mismo tiempo, es una de las naciones más peligrosas del hemisferio. El promedio extraoficial de muertos por la narcoviolencia –que ronda en unos mil al mes– no se ha reducido significativamente con el nuevo gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

La reciente captura del líder del cartel de los Zetas, Miguel Angel Treviño (alias el Z-40) es una gran noticia y un claro esfuerzo de coordinación policial. Era el segundo narcotraficante más buscado de México, luego del aún prófugo Chapo Guzmán. Pero su captura no sugiere ningún cambio de estrategia en la guerra contra el narcotráfico. Al contrario, por ahora parece más de lo mismo. Presidente distinto, partido distinto pero misma estrategia.

El Z-40 está en la cárcel pero otros, tan terribles como él, ya lo reemplazaron. Además, esa captura espectacular no significa que los mexicanos y los turistas que visiten México van a sufrir menos actos de violencia en carne propia. Peña Nieto no ha hecho nada todavía que sugiera que será distinto a su predecesor Felipe Calderón en materia de seguridad pública.

Aun así, México sigue siendo un país bellísimo con mucho que ofrecer a sus visitantes. Y eso es precisamente lo que me quería decir el gobernador de Guerrero, Angel Aguirre, en una reciente entrevista en Miami.

“Viene en misión imposible”, le dije de entrada al gobernador y solo sonrió. Rápidamente me habló del plan de un túnel en el puerto de Acapulco para descongestionar el tráfico, de un vaporetto (tipo Venecia) para cruzar la bahía, del seguro del sol – “si en un día no aparece el sol por lo menos tres horas, nosotros le reembolsamos” con una noche extra– y hasta de una campaña de publicidad con el cantante Luis Miguel.

Pero luego había que enfrentarlo con los datos. Guerrero fue el estado más violento de México en el 2012, según el Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CIDAC), basado en el número de violaciones, secuestros y muertos. Y el año pasado Acapulco fue el municipio más peligroso de todo el país, de acuerdo con el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia. Usted quiere, le dije al gobernador, que vayan visitantes a la ciudad más peligrosa y al estado más violento de México.

“Yo no lo vería así”, me contestó. “Yo también le puedo mostrar cifras donde se demuestra que se ha bajado la delincuencia en un 40 por ciento en el puerto de Acapulco. No hemos tenido en los últimos meses incidentes mayores y la zona turística está perfectamente bien blindada….Yo creo que cuando la gente visita Acapulco se da cuenta que este tipo de investigación no es cierta”.

De nuevo, le di los datos. En febrero fueron violadas brutalmente seis españolas en la zona del puerto de Acapulco. El pasado Día de las Madres asesinaron a once personas en Guerrero. Al día siguiente encontraron autos robados a la mismísima policía de Acapulco. La prensa está inundada de casos similares

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