PROTEGÍ AL Z-40! el Traiciono a "El Lazca", ademas fue violado cuando niño y odiaba a las mujeres
PUBLICADO POR ADMINISTRADOR ON MIÉRCOLES, 31 DE JULIO DE 2013 / ETIQUETAS: HISTORIAS DEL NARCO , ZETAS
Estoy en Ciudad Madero, Tamaulipas, en el famoso paso El Chachalaco, donde las lanchas te trasladan de un lado a otro del brazo de mar, hacia una zona de muy buenos restaurantes de pescados y mariscos.
Acuden familias y toda suerte de contratistas, trabajadores y turistas que se enteran de las bondades culinarias del lugar. Yo me doy una escapada y aunque solo, no tardo en hacer amistad con otros comensales que alegres disfrutan de la buena comida.
Luego de algunos tragos y charlas de muchos temas, al final me quedo brindando, ya cayendo el sol, con “Pabletas”, conductor de una pipa de Pemex que se relaja antes de continuar su jornada cuando cargue combustible.
Es un hombre chaparro, pero robusto, de aproximadamente 40 años. Tiene tez morena y le faltan los dientes delanteros. De vez en vez, se queda mirando hacia el mar pensando extasiado.
-Ya le cansó el viaje, ¿verdad? -le pregunto.
-Nada de eso -me contesta. Lo que sucede es que hay recuerdos que no puedo borrar.
-Seguramente de mujeres.
-Bueno sería eso. Yo he hecho cosas en el pasado de las que me arrepiento.
-¿Quieres hablar de ellas, “Pabletas”? -No. Es algo muy rudo. Además no te conozco.
-Pues razón de más. Así te desahogas. Nunca más nos volveremos a ver pues yo tampoco soy de aquí.
OSCURO PASADO
Luego de pensárselo un poco, con la mirada clavada en el horizonte, como poseído, dice:
“Es que sabes… yo he matado. Y por más que intente no puedo olvidar tantas cosas malas que hice.
-Caray, “Pabletas”, pero tú te ves un hombre noble y sencillo.
-Pues no lo era. En el pasado me hice de muy malas compañías. ¿Has escuchado hablar de Miguel Ángel Treviño?
-No.
-¿De los Zetas?
-De esos sí. Narcos muy pesados y sangrientos.
-Pues yo estaba ahí metido. De pura suerte me pude salir.
-Pero tengo entendido que nunca te sales de esos asuntos una vez que entras.
-Pues yo sí. Era guardaespaldas del mero chingón, del Z-40.
Aunque “Pabletas” habla muy en serio, pienso que me está inventando esa historia, como hacen muchos borrachos para llamar la atención.
-¿Y por qué te saliste?
-Te voy a contar. Treviño es muy sanguinario. Pero a la vez es un cobarde como pocos. Le asusta todo y no puede dormir por pensar en las traiciones y en que sus enemigos lo encuentren y sean tan sanguinarios como él lo ha sido. Siempre fue un arrastrado con los jefes del narco y otros cárteles.
Y hay algo más: al Treviño lo abusaron de niño sus primos y creció con mucho rencor. Además odiaba a las mujeres.
-¿Treviño era el que guisaba a sus enemigos disolviéndolos en ácido o derritiéndolos en contendores de aceite?
-Y eso era poco. Yo personalmente lo vi decapitar a niños y señoras a sangre fría. Pero en el fondo es un ser tímido, un cobarde.
Yo le sigo la corriente a “Pabletas” sin saber si la historia que me cuentan es verdad o sólo un invento.
TRAICIÓN Y MUERTE
-¿Y cómo te convertiste en su guardaespaldas?
-Pues él era la mano derecha de uno que le decían “El Lazca” y en una ocasión lo regañaron muy fuerte porque los federales habían interceptado una camioneta con dos millones de dólares.
Nuestro soplón de la federal no nos dio el pitazo y “El Lazca” le dijo que haber cómo le hacía pero él quería su dinero. Treviño no tenía esa cantidad. Entonces filtró a los federales dónde se encontraba “El Lazca”. Y se lo chingaron.
Lo agarraron viendo el beis. Pero “El Lazca” no era ningún pendejo. Como sabía que Treviño no tenía la cantidad lo mandó asesinar con uno de sus matones. ¿Sabes cómo lo encontré días después? De rodillas, chillando como puerco, pidiendo clemencia y suplicando por su vida.
Dos sicarios le iban a cortar la cabeza. Fue cuando entré y les disparé.
-Y luego, ¿qué pasó?
-Treviño se levantó y me abrazó muy fuerte. Me dijo: “‘Pabletas’, desde ahora tú me cuidas; toma estos 200 mil dólares”.
-¿Y cómo fue que te saliste de eso?
-Cuando muere “El Lazca”, él se hizo el líder de los Zetas. Se volvió más cruel. Un día fuimos a levantar a una familia. Aunque íbamos en comando, solo él y yo los llevamos vendados a un lado de la carretera. Ahí mató con un tiro en la nuca a los papás y a un joven como de 14 años. Solo quedaba un niño de seis y dentro de mí sentí una gran pena porque él seguía.
Entonces le dije: “Jefe, deje al niño, no ha hecho nada”. Me miró con una rabia incontenida para luego retarme: “¿Y cómo le piensas hacer?” A lo que respondí: “Pues cómo usted quiera”.
El Treviño siempre fue un cobarde y mataba con ventaja. Sabía que no tenía oportunidad porque yo soy más rápido y certero. Entonces me dijo: “No mames, ‘Pabletas’, no te quieras morir”. “Pues usted dice”, insistí.
-Palideció y sabía que lo podía matar en caliente. De manera que se rajó y me dio la espalda. Yo le di un cachazo en la nuca y se desmayó. Tomé al niño y me dirigí al convoy. Le dije a la gente: “El jefe anda haciendo sus necesidades, que lo esperen. Tomé una de las camionetas y me fui a la ciudad más cercana. En el Palacio Municipal abandoné al chavo, dejé la camioneta y me fui a la terminal de camiones”.
-¿Así nada más?
-Sí. Me fui a esconder a Progreso, Yucatán, con unos pescadores. Luego a Coatzacoalcos y ahí empecé de chofer para Pemex. Compré mi plaza al sindicato y hasta me cambié el nombre.
-¿No temes que te encuentren?
-Ya te digo, Treviño es un cobarde. Tiene suficientes problemas ahora. Pero mejor hablemos de otra cosa. Salud mi estimado”.
Hace unos días me enteré que atraparon al Z-40. Me hizo recordar esta historia que todavía no puedo dilucidar si fue verdad o mentira. De lo único que estoy seguro es que el famoso Z-40 es un chillón y cobarde pues solicitó varios amparos para que no lo lastimaran.
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